Adiós al arzobispo bajo cuyo pontificado se construyó la iglesia de Santa María Asunta de Bonavista
El 15 de junio de 2004, el papa Juan Pablo II nombraba Arzobispo Metropolitano de Tarragona a Mons. Jaume Pujol Balcells, que sucedía en la sede episcopal a Mons. Lluís Martínez Sistach. La Catedral de Tarragona fue testigo el 19 de Septiembre de 2004 de su ordenación episcopal, de manos del entonces nuncio apostólico monseñor Manuel Monteiro de Castro, y posterior toma de posesión de la archidiócesis. El 29 de junio de 2005 le imponía el palio de metropolitano el papa Benedicto XVI.
Desde el principio, Mons. Jaume Pujol manifestó su determinación de que la colegialidad y la voluntad de diálogo rigieran su pontificado. Al respecto, en el Plan pastoral diocesano expresaba su “voluntat d’escoltar tothom, d’acollir tothom, de ser l’arquebisbe de tots, sempre dins la identitat de l’única Església de Jesucrist” y tomó como lema episcopal “Enseña lo que has escuchado”, de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo.
El Vicario General del Arzobispado, Mn. Joaquim Fortuny, al final de la solemne Eucaristía de despedida en la Catedral, recapitulaba los hechos más significativos del pontificado de Mons. Jaume Pujol. En sus palabras destacaba, entre otros, “la promoción de las escuelas diocesanas, la asunción de la gestión de tres escuelas más o la creación de la Fundación San Fructuoso para la gestión de las escuelas de titularidad diocesana, así como la preocupación por el despertar de las vocaciones”, por lo que se refiere a la tarea de enseñar. En cuanto al oficio de santificar, subrayaba la pronta “administración de los sacramentos de la iniciación” y “la preocupación por los sacramentos de curación, sea en su disponibilidad para confesar o en la unción y las visitas a los enfermos, especialmente en las visitas pastorales”, también “la preocupación porque Nuestro Señor, en el Santísimo Sacramento, fuera adorado y constituye el centro de la vida de la archidiócesis”. Y en el oficio de regir o gobernar, “ha promovido la adecuación de muchos espacios para dar respuesta a las necesidades de nuestro tiempo, concretamente con la restauración de la Catedral, la recuperación de la Capilla del Santísimo de esta misma sede o el edificio del Seminario, de los cuales cabe destacar no sólo el cambio material sino sobre todo las posibilidades y aumento en el uso que se hace”.
En este último ámbito, el pontificado del obispo de Guissona deja un legado valioso para la archidiócesis, los barrios de Poniente y sobre todo, los fieles y vecinos de Bonavista: la nueva iglesia parroquial de Santa María Asunta. Aún no habían pasado dos años desde la bendición del solar y colocación de la primera piedra, cuando el histórico 19 de marzo de 2016, solemnidad de San José, se celebraba la dedicación de la tan esperada iglesia de la calle 22. El número 310 de la revista diocesana “Església de Tarragona” (mayo-junio de 2019) dedica un apartado específico a la construcción de nueva planta del templo de Bonavista.